Jugaba a servir té en aquellas tacitas de porcelana, el tesoro más delicado que tenía, mientras imaginaba mi vida cuando fuera mayor.
No tengo casi nada de aquello que imaginé y casi todo lo que tengo ni lo llegué a soñar.
La realidad no ha tenido nada que ver con aquellos pensamientos, pero el té que sirvo sigue siendo el mismo.
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