Ayer hizo justo 3 meses desde que empecé a teletrabajar... el día 17 de marzo volvía de la oficina con todo lo necesario para instalarlo en mi casa y poder desempeñar mi trabajo; y ya que la empresa me proporcionaba teletrabajo y no tenía necesidad de salir porque lo hacía mi marido y de paso "hacía los recados", entendí que mi compromiso con la sociedad era quedarme en casa, y así estuve 45 días enteros y verdaderos sin pisar la calle y todo lo que veía del exterior era a través de una pantalla o a través de mi ventana, esto último bastante limitado ya que mis ventanas dan a un patio interior y a un jardín privado... y hasta el 2 de mayo no puse un pie en la calle.
Hoy un cliente me agradecía por teléfono lo que les había ayudado con sus pagos en el caos inicial de marzo ya que su preocupación económica era grande (negocio, erte...) y antes de que él me avisara ya me había puesto en contacto con él para darle soluciones, y eso le hizo afrontarlo todo con muchísima tranquilidad; como yo le dije, mi empresa me paga, pero yo no trabajo para ella, trabajo para mis clientes, y no hay nada que agradecer, aunque no voy a negar que me prestó mucho que me lo dijera.
Mañana vuelvo a la oficina, y reflexiono que eché de menos lo que más me gusta de mi trabajo, que son las relaciones face to face con las personas, clientes y compañeros; y aunque es cierto que esas relaciones a veces dan sinsabores, sigo prefiriendo un mirar a los ojos que la frialdad de un teléfono y una pantalla.
Bye teletrabajo... estoy segura de que nos volveremos a encontrar, espero que por alguna circunstancia que no tenga nada que ver con lo ocurrido en esta ocasión.
18 Junio 2020
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