miércoles, 19 de agosto de 2020

REFLEXIÓN: LAS MANOS A LA CABEZA


Viendo la Tv por la mañana, cosa que no puedo hacer normalmente porque estoy trabajando (algo que debería hacer por decreto ley más de uno que no lo hace), me explico un poco mejor como puedo estar rodeada de tanto imbécil... a toda esta gente que se creen listísimos y utilizan los medios, léase tv, léase redes sociales, para transmitir su sabiduría al resto de la humanidad, preferiblemente a aquellos carentes de capacidad de raciocinio por ser los más aguerridos defendiendo cualquier tipo de opinión absurda que les haya llegado de no se sabe muy bien donde, a toda esa gente ¿no hay nadie que los pueda mandar a tomar por culo un rato? 

Siempre pensé que para ciertas cosas y en determinados escenarios la democracia no funciona como sistema, ¡¡¡y me reafirmo!!!

No tengo hijos, pero pienso que todos tenemos que volver a nuestros puestos de trabajo en los que el teletrabajo no es posible y/o eficiente ¿y en la educación es diferente? ¿por qué? ¿porque son menores? ¿Acaso el resto de la población no corre riesgo yendo a su trabajo? Parto de la base de que el ocio es una opción y uno elige si va a un bar, a una playa, o no va, pero el trabajo es una obligación, no se puede elegir no ir.

Y los padres que trabajan ¿qué tienen que hacer con sus hijos? ¿llevarles a sitios privados? ¿acaso el virus distingue si el espacio es público o privado? 

Seamos responsables partiendo de una realidad que es que el riesgo existe, pero que la vida tiene que continuar, tomemos las precauciones que estén en nuestro ámbito de actuación, pero no seamos hipócritas, que las mismas manos que nos echamos a la cabeza son las que utilizamos para hacer lo que sobradamente sabemos que no deberíamos.

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