PANDEMIA: LUNES 20

La mala ostia sale por todos mis poros, clientes imbéciles, noticias de personas idiotas que se saltan el confinamiento, incluídos políticos y personas con cargos públicos, fotos que me llegan de un amigo de personas mayores tomando el sol sentados en los bancos por diferentes zonas de Gijón; indignada estoy.

¡Si lo tengo en casa! Mi padre me empieza a contar que le da miedo cuando pueda salir coger el covid19, y acaba contándome que compró 2 mascarillas por si las necesita, o sea, para ahora, no para cuando acabe el confinamiento. Me pregunta qué si son reutilizables y le pido que me lea lo que ponen y son Kn95; empieza a preguntarme si puede echarles alcohol o algo para reutilizarlas y le digo que no, y me dice ¡joder, pues a 17 euros el paseo! Admito apuestas sobre cuántos días tarda en tener otras y volver a preguntarme ¡si no tiene que salir a nada!

Ya no se me rompen cosas en casa, los primeros quince días se rompía todo de usarlo, pero ya no. Nuestra casa se está acostumbrando a tenernos dentro. 

Hoy me dediqué un ratín a mirar los cuadros de nuestros viajes y a recordar: Kenya, Marruecos, México, Cuba, Sicilia, Camboya, Londres, San Francisco, California, Londres, Parques Naturales EEUU, Vietnam... y aún tengo sin colgar, pero ¡no me quedan paredes! Pienso en cuando podré volver a viajar y lo veo lejísimos, ¿cuándo nos dejarán a los españoles volver a hacer turismo en otros países? ¿cuándo volver a hacerlo sin tener sensación de estar cometiendo una imprudencia? Aún tengo esperanza de poder ir al apartamento de Cádiz a finales de este año, creo que ya sería un gran regalo.

Hoy la lagrimita del día viendo a un conductor de VTC que transporta gratis pacientes con covid19 del centro de salud al hospital, y dice que sin trabajo tiene la opción de ser pobre y quedarse en casa, o ser pobre y ayudar a la gente. Es una pasada la calidad humana de algunas personas, y me emociona, igual que me cabreo con los idiotas me emociono con las buenas personas.