martes, 21 de abril de 2020

PANDEMIA: MARTES 21


Estoy nerviosa y lo noto por mi tensión en cuello y hombros y porque no puedo dormir siesta ningún día. Por las noches duermo muy bien, pero eso no ha sido un problema nunca para mí ni en las peores situaciones de mi vida; sólo en una circunstancia no conseguía coger el sueño nocturno, en el 2014 cuando tuve un problema laboral, y yo estaba asustadísima porque no podía dormir, y me dijo mi hermana: pues si es la primera vez que pasas la noche en vela con 40 años ¡qué afortunada! Realmente así era, salvo las que paso en vela de juerga, ningún problema había conseguido quitarme el sueño hasta entonces, y no por falta de ellos, que se han sucedido en mi vida continuamente, lo que creo que también me ha hecho más fuerte, sino porque siempre me digo a mi misma: "ahora a dormir que no puedes seguir resolviendo nada, y mañana tienes que estar descansada y lúcida para seguir solucionando" y ¡¡¡me hago caso!!!

Los motivos de mi nerviosismo actual creo son varios: no tener control sobre absolutamente nada del futuro, aunque no pienso en ello, pero para una persona organizada como yo la incertidumbre genera un estado de desasosiego permanente e involuntario. La sobrecarga de trabajo desde que empezó todo ésto tampoco ayuda, sin mencionar el cambio continuo de planes, normas, reales decretos... La preocupación por mis padres, hermanos y sobrinos se ha ido suavizando al ver que están bien tras el periodo inicial y que cumplen las medidas de confinamiento; aún así varias veces al día pienso en ellos, cada uno en su movida diferente y superando esto como buenamente pueden, y algo de inquietud sigo teniendo. Además llevar más de 30 días sin salir de 55m2 tiene que tener algún efecto en mí, aunque como nunca lo he vivido no se en que medida me afecta.

Leo una crítica a los aplausos de las 8 con la que no estoy de acuerdo. Aplaudir a las 8 no tiene que ver con el nivel de indignación. Empezó como un acto de reconocimiento a los profesionales sanitarios que, vocacional o no vocacional, van a trabajar con más riesgo y muchísima presión emocional y por el mismo sueldo, y se acabó convirtiendo en un acto de sociabilización con el vecindario; que digo yo, que a quien no le guste, con no abrir su ventana tiene suficiente; pero a muchas personas les sirve para sentirse mejor en estos días tan grises, en los que por otra parte, aportar más tono gris no ayuda en absoluto a nada.

En estos tiempos de agitación cobra especial relevancia la historia de los tres filtros de Sócrates: 

Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
– “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…”

Sócrates lo interrumpió diciendo:
 -“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?
-“¿Los Tres Filtros…?”

-“Sí” – replicó Sócrates. El primer filtro es la VERDAD. –“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”
-“No… lo oí decir a unos vecinos…”

-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”
-“No, en realidad no… al contrario…”

-“¡Ah!” – interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos a la último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”
– “Para ser sincero, no…. Necesario no es.”

– “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… sepultémoslo en el olvido…”

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